Por Néstor Murray-Irizarry, historiador y gestor cultural
Tiene 79 años de edad y nació el 18 de febrero de 1940 en Cartagena, Colombia. Hijo de Donaldo Castellar, ganadero y agricultor y de Berta Cortina, ama de casa. Él es el mayor de doce hijos. Tiene dos nietos: Cristian Antonio de once años de edad y Aurelia María de siete años de edad.
Llegó a Nueva York el 4 de Julio de 1973. En Cartagena visitó el Consulado de los EE.UU. y allí lo entrevistaron y le explicó al funcionario que le atendió, sus aspiraciones y deseos de viajar a la Ciudad de los Rascacielos y le dieron el permiso oficial para venir a Nueva York. Llegó con $200 dólares en el bolsillo. Cuando viajó por primera vez estaba solo ya que le dijo a su novia que probaría y si le iba bien la iría a buscar. Tuvo dos trabajos.
‘’Cuando terminé mi bachillerato (high school) y dos años de Química en Cartagena, en 1963, me di cuenta que éramos muchos dependientes de mis padres y decidí venir a Nueva York, Además, otros familiares que viajaron antes que yo a Nueva York habían hecho un pequeño capital. Yo trabajaba en Colombia en una compañía de petróleo, pero lo que ganaba no me daba para comprar un terrenito. Hice un curso para maestro, bachiller institucional. Como maestro me pagaban cada tres o cuatro meses.’’
Llegó a Queens y lo ayudaron a conseguir un trabajo en 1970. Dos años y medio trabajó allí; junto la plata necesaria para casarse y traerse a su esposa en 1973:
‘’ Un amigo mío Mario Fernández, me alquiló un piso en Queens. En su país la autorizaron a su esposa a viajar a Nueva York’’. Nació su primer hijo. Al lado de donde ellos vivían había una escuela y allí le dieron trabajo a Donaldo. Allí estuvo 10 años.
Entró a trabajar con la ciudad de Nueva York en 1984 en Housing como civil service y luego como building custodian y a la vez se incorporó a la Unión 237 a la edad de 44 años.
Anteriormente trabajó desde 1974 hasta 1984 en una escuela como building custodian en el barrio Jamaica. Jean A. Soliman: le enseñó sobre el trabajo que tuvo que desempeñar en la de escuela y lo motivó a que siguiera estudiando y sugirió que buscara la forma de adquirir la ciudadanía de los EE.UU. y que siguiera superándose.
Viajó a Nueva York para estudiar y progresar. Donaldo comentó que cuando alguien llega a un país el día cuando se celebra su independencia, se queda en el país. Aquí se quedó, se casó e hizo una familia: dos hijos, una mujer y un varón, ambos estudiaron y están trabajando.
Primero tomó y pasó un examen y logró llegar a General Service; lo nombraron en tres lugares distintos en Housing, compitiendo con 500 personas que interesaban esas tres plazas. El último trabajo fue en Queens. Comenzó ganando cinco dólares la hora y terminó ganando $18 dólares la hora. Trabajó 24 años y medio con la ciudad de Nueva York y con la Local 237.
Donaldo continúa comentando sus experiencias en sus trabajos:
¿Qué hacías en el trabajo?
“En 1984 pasé a trabajar para la ciudad, yo daba servicios a varios edificios. Yo era jefe de mantenimiento. Trabajaba con una secretaria que cogía las órdenes, para los electricistas, plomeros, etc. ahí estuve veinte años.
‘’Yo vivía en Queens y trabajaba en Manhattan. Me levantaba a las 4 de la mañana cogía el tren y esperaba un bus. Llegaba a las 6:00 am. Entraba a las 6:30 am hasta las 2:30 pm.’’
‘’Llegaba antes que todo el mundo, los demás llegaban a las 7:00 am. Yo organizaba las tareas para asignarlas a los empleados, a veces yo ayudaba cuando se necesitaba. Salía del trabajo y regresaba a casa, tenía que descansar temprano. Mi esposa se quedó a cuidar los dos hijos.’’
‘’Yo escogí ese empleo y la Local 237 porque tenían una posición abierta en base a mis conocimientos y experiencia adquiridos.’’
‘’Tuve también un compañero que me ayudó mucho, trabajamos juntos y compartimos mucho .Él está ahora en la Florida.’‘
‘’El hijo de Donaldo ahora trabaja para la ciudad de Nueva York, ha tenido ascensos en tecnología y entrenamiento para los civiles service en el Departamento de Educación. Su hija Diana terminó finanzas y trabaja en el banco Santander.’’
¿Alguna vez la Unión tuvo que ayudarlo?
‘’Directamente no, pero muchos compañeros no tenían civil service y querían sacarme de mi puesto. La Local 237 me ayudó a que yo me quedara en mi puesto. Me ayudaron también con el alquiler, dos veces me quisieron sacar de mi apartamento.’’
¿Cuándo se jubiló?
‘’El 2 de agosto del 2007. Me jubilé hace 12 años.’’
¿Qué significa para usted ser miembro de un sindicato?
‘’Significa protección.’’
¿Qué hace usted en su jubilación?
‘’Enseñé a los nietos pequeños hasta los tres años, que los pusieron en la escuela.
Nos reunimos con la Unión y en la iglesia en Queens. Ayudamos a los emigrantes cuando tienen algún problema con sus documentos oficiales. de inmigración. Los que están pasando por problemas lo orientamos y los ayudamos en lo que podemos.’’
¿Qué piensa usted de la Unión 237?
‘’Siento mucho agradecimiento a la Local 237. Porque con la ayuda de la Unión me casé; mis hijos se graduaron de universidad y estaban protegidos con servicios médicos hasta que cumplieron 21 años. Y ahora retirado sigo recibiendo, junto con mi esposa, esos maravillosos servicios. Pertenecemos aún a la local 237.
¨Porque con la Unión tuve protección, oportunidad de progreso, por sus cursos básicos y sus enseñanzas me protegieron de rentas abusivas. Varias veces me querían quitar el apartamento y los abogados me ayudaron. Igualmente he tenido la protección de toda mi familia con seguros médicos, dentales y medicinas hasta la fecha. Me jubilé del trabajo, pero no de la Local 237¨.
Gracias por el tiempo dedicado a esta la entrevista.
[Reprint from Retiree News & Views July/August 2019]